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.—¿Como la que les hacen a veces a las mujeres?—Correcto.—Bueno, eso suena muy extraño —el granjero alzó las cejas—— No sabía que también podían hacerles eso a las vacas.—Ahora se puede —expliqué con aire de superioridad—.Las cosas han cambiado un poco durante los últimos años.—Bueno, no sé —se pasó la mano por la boca con lentitud—.Me imagino que la vaca se morirá si le hacen un agujero tan grande.Quizá sea mejor que se la mande al carnicero.Me daría unas cuantas libras por ella.Sentía que se me escapaba el gran momento.—Pero es muy pequeña y está muy flaca.No le darán mucho por ella como carne; y, con un poco de suerte, podríamos sacar al becerro vivo.Estaba yendo contra uno de mis más firmes preceptos, el de no decirle nunca a un granjero lo que debía hacer, pero me sentía atrapado en una especie de locura.El señor Bushell me miró por un largo rato y, asintió lentamente con la cabeza.—Está bien.¿Qué necesita?—Dos cubos de agua caliente, jabón, toallas —contesté—.Si me lo permite, llevaré mi instrumental a la casa para hervirlo.Cuando el granjero salió, le di una palmada de complicidad en el hombro a Norman.—Todo está perfecto.Mucha luz, un becerro vivo que sacar y, como el señor Bushell está algo sordo, podré pedirte instrucciones durante la operación sin que él nos oiga.Norman no contestó una palabra.Le pedí que ordenara todo el equipo y que colocara bastante paja alrededor de la vaca mientras yo hervía el instrumental en la cocina de la granja.En un momento las jeringas, el material de sutura, los bisturíes, las tijeras, los anestésicos locales y el algodón estaban alineados sobre una toalla limpia extendida en una paca de heno.Le añadí un antiséptico al agua y me dirigí al granjero.—Señor Bushell, haremos que la vaca se vuelva para que usted pueda sujetarle la cabeza hacia abajo.Entre Norman y yo empujamos a la vaca, que se dejó caer sobre un costado sin oponer resistencia.Le di un ligero codazo al estudiante.—¿Dónde hago la incisión? —susurré.Norman se aclaró la garganta.—Bueno,eh….más o menos… —señaló.—Alrededor del rumen, pero un poco más abajo, supongo —asentí con la cabeza.Corté el pelaje en una franja de treinta centímetros.Necesitaría una gran abertura para sacar al becerro.Insensibilicé toda la zona con anestesia local y comencé a cortar con decisión.Debajo del peritoneo, tropecé con una masa de tejido protuberante de color rosado y blanco.Presioné ahí.Se sentía algo duro dentro.Acaso, ¿sería el becerro?—¿Es el rumen o el útero? —susurré—.Está muy abajo para ser uno de los estómagos, así que supongo que será el útero.—Sí, está en lo correcto ése es el útero —contestó Norman.—Bien —sonreí con alivio e hice una incisión profunda.Brotó entonces una gran cantidad de pasto a medio digerir seguida de muchos gases y un líquido marrón oscuro.Perdí el aliento.—¡Es el rumen! ¡Mira toda esta porquería! —gruñí mientras una marea de líquido maloliente surtía del primer estómago de la vaca e inundaba la cavidad abdominal—.¿A qué diablos estás jugando Norman? —el joven temblaba.—¡Enhébrame una aguja, rápido!Con mano temblorosa, Norman me pasó una aguja enhebrada con hilo de sutura.Sin palabras y con la boca reseca comencé a cerrar el gran corte que había hecho en el órgano equivocado.Después, nos dedicamos a limpiar frenéticamente el contenido del estómago que se había extendido invadiendo partes que estaban más allá de nuestro alcance; usábamos grandes apósitos de algodón impregnados con líquido antiséptico.La contaminación debía de ser masiva.Cuando entre los dos limpiamos todo lo mejor que pudimos, me dirigí al estudiante con un verdadero gruñido.—¡Pensé que sabías todo acerca de estas operaciones!—Ya se hacen muchas operaciones… —se veía muy asustado.—¿En cuántas cesáreas has estado tú presente? —le eché una mirada fulminante.—Bueno…, mmm…, realmente, nada más en una.—¡Una! ¡Y yo creí que eras un experto! De cualquier modo, aunque hayas visto sólo una, deberías saber algo por lo menos.—El caso es que… yo estaba en la parte más retirada del salón de clases.— ¡Ah, ya entiendo! Y no podías ver bien, ¿verdad? —sonreí con sarcasmo.—Exactamente —Norman agachó la cabeza.—¡Bien! ¡Sólo eres un joven mentiroso y tonto! —exclamé con rabia—.¡Engañarme con tus instrucciones, ¿Te das cuenta de que has matado a esta buena vaca? Con toda esta contaminación, es casi seguro que desarrolle una peritonitis y muera.Lo único que nos queda por ahora es la esperanza de salvar al becerro —haciendo un esfuerzo dirigí la mirada hacia otro lado—.De cualquier manera, vamos a seguir con esto.Con excepción de mi primer ataque de pánico, el resto de la conversación transcurrió en un tono casi confidencial mientras el señor Bushell seguía disparándonos miradas inquisitivas.Le brindé lo que según yo era una mirada tranquilizadora y volví al ataque
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